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Langostino Negro

Hace más de cuatro años que el Fiscal Agropecuario de Brasilia notificó al Superintendente de Agricultura Federal que quedaban suspendidas las autorizaciones para importar langostino patagónico desde la Argentina.

Pero el rechazo a la importación del marisco procedente de la pesca extractiva del caladero argentino, atendiendo la presión de la Asociación Brasileña de Criadores de Camarón (ABCC) no significa que no ingrese langostino de contrabando.

Si nos guiamos por los registros de envío de langostino en el mercado interno que tiene SENASA, Misiones debe tener el nivel de consumo de langostino por habitante más alto del mundo. Las cifras nunca fueron divulgadas cuando hace unos meses este medio intentó conocerlas. Pero los misioneros no comen el langostino; lo ven pasar hacia territorio brasileño.

Ahora REVISTA PUERTO está en condiciones de ponerles nombres y apellidos a los rumores que vienen circulando desde hace tiempo: que el langostino de contrabando en Brasil es un negocio millonario que tiene la complicidad de varios y el silencio de muchos. Pocos podrán decir que no sabían.

Pesquera Ocean Fish Sociedad de Responsabilidad Limitada, se constituyó en agosto de 2015. Domiciliada en la calle Soler 6284 de la ciudad de Mar del Plata, se dedica a la pesca, procesamiento, importación y exportación de pescados y mariscos, entre otros rubros.

Las emprendedoras son Camila Nahir Aballay, argentina, soltera, comerciante y  Perla Karina Nievas. Ambas domiciliadas en la misma calle Soler. Nievas es esposa del empresario Pedro Aballay. Camila, la administradora de la sociedad y designada Gerente al tener la mayoría de las acciones, la hija.

Aballay, alias el “Chileno”, es un apellido reconocido en el puerto marplatense. Hasta no hace mucho tenía una planta fasonera sobre la calle Gianelli, que cortaba merluza para Taturiello, cuando los barcos de Luis Caputo todavía no se hundían ni se rompían tan seguido.

Pesquera Ocean Fish comenzó a desandar el largo camino que separa Mar del Plata de Misiones –algo más de 1400 kilómetros– a principios de este año. Más precisamente a Bernardo de Irigoyen, un pueblito situado dentro del Departamento Gral. Belgrano, al noreste de Posadas, que limita con la ciudad brasileña de Dionisio Cerqueira (Santa Catarina) y Barracao (Estado de Paraná).

Una frontera seca. La grieta que separa ambos países tiene nombre: Avenida Almirante Brown. Lejos de la Aduana, se puede cruzar, o “saltar” como dicen los lugareños, por una senda de tierra tan ondulante como despareja y alejada de los controles de Gendarmería.

La calle Martín Fierro al 200 queda a tres cuadras de la frontera. Al 262 de esa calle a principios de año Ocean Fish alquiló un galpón de 105 metros cuadrados con el objetivo de “acopiar pescados y mariscos congelados por mayor y menor”, según refleja el contrato firmado el 7 de febrero pasado, al que tuvo acceso REVISTA PUERTO.

Cuál es el objetivo de alquilar un galpón para acopiar langostino a menos de 300 metros de la frontera de un país que tiene prohibido la importación del marisco. “Al principio llegaba un camión por semana, algo más de 20 mil kilos de cola de langostino”, sostiene una fuente que conoce al detalle la operatoria de Aballay en tierras misioneras y la operatoria de contrabando.

El langostino llega de la Patagonia. Rawson y Camarones, principalmente, pero se fracciona en dos kilos que se embalan en cajas de cartón blanca, sin ninguna identificación. La certificación de los envíos corre por cuenta de un veterinario al que todos en el puerto llaman “El Escribano”. “Por 1500 pesos certifica cualquier cosa”, revela la fuente.

Ocean Fish no tiene facturas sino remitos para evadir impuestos, que completa muchas veces con empresas y direcciones ficticias. Compra a $ 90 por kilo de cola. Esa carga puesta en Misiones tiene un valor de $ 140 por kilo. En el mercado brasileño el mayorista lo vende a $ 350 a las grandes cadenas de distribución, mayormente de San Pablo.

“La demanda aumentó y los camiones comenzaron a llegar más seguido cuando se abrió la temporada en aguas nacionales”, cuenta la fuente que está dispuesta a aportar toda la documentación en caso que la justicia lo requiera. El contrabando es un delito federal.

Uno de los lugares de carga de los camiones es Ice Sud Group, un frigorífico ubicado en Alvarado al 5055. “Dibujaban todos los remitos al punto que ponían que exportaban a Paso de los Libres, cuando sigue siendo Argentina….” y muestra la “Solicitud de Documentación Sanitaria para Productos de la Pesca”, de SENASA, con ese destino.

La pesquera de Aballay no es la única que desarrolla este sistema de contrabando. Hace un mes hubo un cónclave donde todos los involucrados se pusieron de acuerdo en sostener el mismo precio ante los compradores brasileños. Del otro lado de la frontera el langostino que abunda en la Patagonia es un objeto de deseo.

REVISTA PUERTO pudo saber que las fronteras de Misiones lucen particularmente permeables en El Soberbio, 230 kilímetros al sur de Bernardo de Irigoyen, sobre la Ruta Nacional 14, y también en Puerto Iguazú, aunque ahí hay que cruzar el río y son muchos más los ojos que hay que arreglar para que miren hacia otro lado.

Del lado brasileño la policía federal ha comenzado a prestar atención al contrabando. En mayo pasado detuvo en Joinville a una docena de personas en el marco de la operación Trípoli, en que secuestró 400 kilos de langostino en Santa Catarina. No parece un gran golpe cuando entran casi 100 mil kilos todas las semanas.

Se estima que Pesquera Ocean Fish ha contrabandeado unas 700 toneladas desde que se afincó en tierra misionera. Ahora el depósito resguarda también una media docena de autos con patente brasileña que “saltan” la Avenida Almirante Brown durante la noche.

En Bernardo de Irigoyen hay casino pero pocos bancos. Ni siquiera un Banco Nación. El dinero por el langostino de contrabando que genera “Ocean Fish” lo depositaban en el Santander Rio de El Dorado.

Sobre todo luego que un enviado de Aballay fue sorprendido en un control de Gendarmería en Paso de los Libres y le secuestraron casi 2 millones de pesos al no poder justificar el origen. No hay facturas en el contrabando.

Obtenido de revistapuerto.com.ar

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