Reclamo a domicilio
En Mar del Plata un grupo de obreros del pescado de una planta que cerró reclama hace una semana en la casa del empleador por los trece meses de trabajo. Fracasó audiencia en el Ministerio de Trabajo.
Bajo la carpa hay un par de sillas, una mesa desvencijada, una cajonera, bidones de agua, un bombo y redoblante que oficia de apoyo cuando nadie lo agita. Algunos elementos personales, paquetes abiertos de alimentos. Todo puesto a las apuradas. Una postal de la urgencia.
Sobre la calle el caos se repite, reposeras, tablas que ofician de mesa, maderas para alimentar un fuego que ahora sirvió para hacer un guiso y hace mucho tiznó una cafetera que descansa en una parrilla improvisada de alambres. A un costado una sombrilla asoma como el único lujo en el paisaje urbano.
Detrás de la carpa está la casa de Alberto Blanco, el empresario al que le reclaman los trabajadores. Delante, una foto en blanco y negro de Blanco que tenía a los obreros en negro. Las dicotomías del puerto en una imagen.
Blanco empleó un grupo de obreros en la cooperativa Roca Mare en una planta ubicada en San Salvador 3161 durante más de un año. Cobraban todas las semanas y dicen que jamás vieron un recibo ni papel de la cooperativa.
Buena parte de esos trabajadores hoy ocupa el campamento frente a la casa de Blanco, quien se fue el sábado, escoltado por la policía y los vidrios de su auto levantados. “Nos quedamos con ganas de rajarlo a puteadas”, confiesa Walter Ledesma, uno de los fileteros que se turnan para pasar la noche bajo la carpa.
Ledesma está sentado en un banco, sobre la calle. Enfrente vigila todos los movimientos un patrullero de la Bonaerense estacionado a la sombra. “Nos nos gusta estar acá”, revela como justificándose.
Acá es la calle, de manera literal. Pasan las horas a la espera de una respuesta que no llega. “Somos 11 familias que pedimos nos pague lo que nos debe”, agrega Ledesma. “Otros compañeros consiguieron alguna changa y otros dijeron que le harán juicio”, explica el trabajador.
Blanco compraba pescado en muelle y lo procesaba en Roca Mare para el mercado interno. Siempre merluza y algo de variado costero. Cuando sobraba pescado distribuía en otras fasoneras como la de Diagonal Gascón, entre la 49 y la 51.
“Hace 45 días que no trabajamos. Unos compañeros le fueron a pedir un vale y luego de que se los diera, los despidió”, cuenta Soledad Monserrat, planillera. Ese fue el punto que desató el conflicto y la decisión de venir hasta su casa.
Un allegado a Blanco le dijo a REVISTA PUERTO que el empresario había vendido la empresa y ya no tenía relación con los trabajadores. Todavía esperamos el contrato de venta y el nombre del nuevo propietario.
“Trabajamos bien un tiempo y luego comenzó a faltar pescado. Al final hacíamos 50/100 cajones. Creo que mandaba a cortar a otro lado también”, aporta Alejandro Mascheroni, otro de los fileteros, apoyado en un tirante.
El martes fracasó la primera audiencia en el Ministerio de Trabajo bonaerense. No fue Blanco ni su abogado. El martes próximo tendrán revancha para hacerse cargo de los trabajadores que dejaron en la calle y que decidieron visibilizar su reclamo frente a la casa del responsable.
Nota Original: www.revistapuerto.com.ar