Coronavirus: Casi sin ventas a China y temor por lo que pueda pasar en Europa
Dos importantes referentes del sector exportador compartieron su visión del mercado mundial en medio de la crisis. La baja demanda, la caída de los precios y el temor por una expansión del virus en Europa sumado a los problemas que arrastra de costos y retenciones dan un panorama complicado.
cerrando la ronda de consulta a algunos de los más importantes empresarios del sector pesquero argentino, hablamos con Miguel Glikman, CEO de Newsan Food y Ventura Lafuente, vicepresidente de la firma Estrella Patagónica, ambos con activa participación en el mercado chino. El golpe que el coronavirus le ha dado a la actividad agrava una situación de reducción en la demanda y bajos precios que se venía arrastrando de 2019 pero también se suma un aumento en los costos y la suba en las retenciones, generando un coctel complicado para las empresas. La amenaza del langostino de cultivo de Ecuador llegando a los mismos mercados que el langostino argentino a un precio muy bajo es otra de las consecuencias de esta crisis que genera preocupación. El año pasado el vannamei aumentó su exportación a China un 35% y nuestro marisco bajó un 10%; además el precio del langostino argentino L1 congelado a bordo está por debajo de los 5 dólares el kilo y creen que no ha visto su piso. En este contexto, en nuestro país la discusión más fuerte se da sobre si la apertura al norte del paralelo 41º para la captura del crustáceo en un mes, será o no una buena estrategia comercial.
Miguel Glikman, representante de Newsan Food, la principal exportadora de pescado de la Argentina, comercializa buena parte de su producción a China y asegura que si bien no se han paralizado en totalmente las ventas se está cerca de ello. “Al ser un mercado que demandaba mucha producción de cola proveniente de Rawson, las ventas se van a ver resentidas y probablemente queden stocks a fin de temporada en Chubut”.
Al frente de Estrella Patagónica está Ventura Lafuente, quien indica que en general la demanda es poca y lenta. Para él no existe un único motivo sino que confluyen varias razones para que esto ocurra. “La recuperación de la producción de vannamei de algunos países, el crecimiento de la producción local, una demanda del mercado chino menor a la esperada, entre otras cosas, produjeron un aumento de los stocks de langostino que, a su vez, causó una baja en los precios que hasta el momento no tocó piso”, avisa con preocupación.
Al igual que su colega de Newsan, Ventura Lafuente señala que las ventas a China no están completamente paralizadas, pero que se está muy cerca de esa situación: “Nosotros estamos haciendo algunas operaciones y otras se anularon, depende de los puertos. El coronavirus tuvo y tiene a muchas plantas paradas y no quieren comprometer materia prima por ahora”.
La mayoría de los entrevistados tiene una misma visión respecto al comportamiento de los precios; el hombre de Estrella Patagónica señala que ya estaban deprimidos antes de la crisis desatada por el coronavirus y ahora la situación se ha agravado. En ese sentido señala que “si China no tracciona, el producto se tiene que destinar a otros mercados aumentando la oferta y a mayor oferta menor precio”.
Todos están mirando hacia Europa, donde apuestan a colocar el langostino congelado a bordo. “El continente tuvo buenas ventas en la campaña de Navidad y creo que los stocks actuales se terminarán de vender en Semana Santa, por lo tanto espero que la demanda no decrezca”, dice Glikman pero presenta sus dudas a partir de los problemas que llegan con el coronavirus, porque “si se expande mucho por Europa, es probable que eso haga disminuir el consumo en hoteles, restaurantes y en lugares de turismo”, los nichos del langostino argentino.
Ventura Lafuente confirma también que mantiene las esperanzas puestas en el mercado europeo pero ahora con cierta reserva: “Existen expectativas positivas en Europa de cara a la primavera y verano que, si se cumplen, pueden terminar con el stock viejo y absorber parte de la producción de la temporada, pero está por verse, de momento no hay demanda como para afirmar que esto ocurrirá taxativamente”.
Pero Glikman identifica otro problema adicional en el mercado europeo, la baja del euro. “Camina hacia la zona de 1,05 de dólar y nos va a complicar la competitividad de todas nuestras exportaciones. Viene de estar en una zona de entre 1,12 y 1,10 de dólar y ahora bajando es un elemento adicional que sumado a la suba de los derechos de exportación de diciembre, genera una incertidumbre muy alta respecto de la rentabilidad que tiene el negocio pesquero en su conjunto, orientado al mercado europeo”.
Pensar en llegar a otros mercados es una opción que la mayoría ve complicada. El CEO de Newsan asegura que el mercado de Estados Unidos “está inundado de langostino vannamei ecuatoriano, que no puede absorber China hoy” y agrega: “Veo que el mercado americano, que sigue comprando, va a estar hipercompetitivo y por lo tanto con precios a la baja. Este mismo efecto se está verificando en la merluza negra, ya que al dejarse de comprar los calibres pequeños, ha dejado el mercado a la deriva y los que participamos de ese mercado estamos intentando vender esos calibres a USA, con poco éxito”.
“La apertura de nuevos nichos siempre es difícil y en estos momentos más todavía. Muchos esperábamos un tirón de China pero el problema del coronavirus no va a permitir que así sea. Nos quedarían Brasil y EEUU. En el caso de Brasil estamos esperando a que se decidan a retirar las barreras paraarancelarias y en el caso de EEUU la dificultad de introducción siempre fue la característica de este mercado, incluso quienes ya trabajan en él tienen dificultades”, señala Lafuente.
Puntualmente sobre el mercado brasileño, indica que “podría ser una salida que, sin duda, aliviaría la situación actual, pero hasta el momento no sabemos cuándo será posible exportar al país vecino. Como dije antes hay barreras difíciles y la solución es más política que comercial”.
Entre las decisiones políticas que afectan la actividad comercial puede identificarse la decisión de abrir la temporada de langostino en el norte a partir del mes que viene. En este punto la opinión de los empresarios está dividida: algunos consideran imprescindible comenzar lo antes posible para garantizar más tiempo de captura y otros consideran que en el contexto actual, llenar las cámaras podría ser contraproducente.
“Si tenemos en cuenta todos los factores, no creo que sea conveniente comenzar a pescar al norte del 41° S antes de mayo, con el fin de aprovechar un mes más de la temporada en aguas nacionales que es corta. Biológicamente, aunque el INIDEP en su último informe no hace referencia a esta zona, en general dice que se necesita un criterio precautorio por el retraso madurativo existente desde hace tiempo. Por otra parte, bajar la oferta no vendría nada mal para intentar recuperar un poco los precios y, por último, este es un langostino que no quieren todos los mercados por sus características diferentes respecto del de temporada de aguas nacionales”, analiza el vicepresidente de Estrella Patagónica.
Si bien reconoce que una vez terminada la temporada de pesca en Rawson –a la que asume le quedan aproximadamente 20 días– un retraso en la apertura de la temporada en aguas nacionales podría generar una paralización de poco más de dos meses que afectaría a las empresas y al personal que se emplea, considera que “se debe poner todo en la balanza, lo biológico, lo comercial y encontrar el equilibrio que nos permita a todos mantener la actividad en el tiempo, es decir hacerla sustentable”.
La empresa que dirige Ventura Lafuente tiene un importante plantel de trabajadores en tierra que fue aumentando año tras año desde su desembarco en la Patagonia. Uno de los argumentos para promover la ampliación de la temporada de pesca es poder mantener el número de empleados.
El empresario sostiene que en 2019, cuando comenzaron la temporada en junio, pudieron mantener el mismo personal sin inconveniente y señala que hay otros problemas que requieren atención para no poner en riesgo los empleos, “como las cargas impositivas que soportamos, en particular los derechos de exportación, la inflación con un tipo de cambio prácticamente fijo, las dificultades en la financiación, incremento en los fletes, entre otras cargas, que aumentan unos costos ya de por sí altos y que junto a los problemas de mercado pueden formar la tormenta perfecta para que muchas empresas se queden por el camino”, concluye.